Siembra, cultiva y cosecha
06 May 2019
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Desarrollo Personal Liderazgo Motivación
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Una frase muy común que escuchamos es: “Tu cosechas lo que siembras”. Sin embargo, pocas o ninguna vez escuchamos la palabra cultivar. Y es que si nos sujetamos a la analogía del proceso de siembra y cosecha, en el intermedio hay un paso vital: cultivar.
El proceso de cultivar define una etapa de desarrollo, de crecimiento, de preparación, de progreso, y es que nada que se coseche puede llevarse a cabo sin un cultivo previo. Después de sembrar hay que estar dispuestos a cultivar nuestra semilla para poder llevar a cabo una cosecha próspera. Y la calidad de nuestra cosecha dependerá de la calidad de nuestra semilla y de la calidad de nuestro cultivo. Por lo que me atrevo a decir: “Selecciona semillas óptimas de primera calidad, cultiva eficazmente y con los mejores abonos y materiales, para lograr cosechas prósperas y productivas”.
Un detalle importante que es preponderante en el resultado de nuestra cosecha es que debes de sembrar en terreno fértil, no todo terreno es bueno, hay terreno que no produce y terreno rico en nutrientes que fortalece el crecimiento de la semilla.
Así que la frase “cosechas lo que siembras”, refleja algo mucho más profundo que la mayoría pasa por alto. Te has preguntado por qué no tienes los resultados que deseas o por qué no alcanzas los objetivos que te propones. Bueno, quizá debas de preguntarte qué es lo que estás sembrando, dónde lo estás sembrando y cómo lo cultivas.
Cuando era apenas un niño mi abuelo solía llevarme a sembrar, teníamos un huerto donde cultivamos algunos frutos; un día muy de mañana salimos a sembrar maíz; me dijo que hiciera un hoyo profundo y que después depositara la semilla, una vez que la semilla se encontraba a muy buena profundidad, la cubrimos con tierra y seguíamos a la siguiente. Este proceso lo repetimos por algunas horas hasta cubrir un área de unos 6m cuadrados.
Todos los días por la mañana, me enviaba a regar ese pedazo de tierra y aunque por un tiempo no vi más que tierra mojada, después comenzaron a brotar las primeras plantas, con el tiempo estas fueron creciendo hasta que las plantas de maíz rebasaban la altura de mi abuelo, poco después, nos encontrábamos cociendo elotes.
Aunque el terreno donde sembramos no era muy grande, había áreas donde nada crecía; en muchas ocasiones llegamos a sembrar ahí, pero simplemente no se daban las plantas, desconozco cual haya sido la razón, pero lo que esto me enseñó es que hay tierra fértil y tierra donde las plantas pueden crecer con dificultad o no crecer.
En los negocios sucede algo similar, hay productos que se pueden distribuir con gran rapidez y dar frutos casi inmediatamente y hay otros que tardan en florecer. La razón de que nuestros productos o servicios no se distribuyan como uno esperaría es debido a una de estas tres etapas: o no es el producto adecuado, o no lo estamos cultivando correctamente o estamos sembrando en el lugar equivocado.
Para que nuestros negocios crezcan de manera óptima, debemos de seleccionar la tierra excelente. Es decir, tenemos que determinar cuál es el área en la que deseamos emprender, ya que si escogemos mal, simplemente nada crecerá. Lo único que cosecharemos serán frustraciones y quizá algunas deudas.
No todos los negocios son óptimos para nosotros, hay algunos que simplemente no nos darían resultados; si escogemos un negocio basándonos en los resultados de otros, no es garantía de que a nosotros nos funcione de la misma manera.
Es muy importante que antes de invertir en alguna actividad, analices a detalle si lo que estás por iniciar te apasiona; la actividad a desarrollar tiene que fluir por nuestras venas, si no sentimos pasión por lo que hacemos, difícilmente podremos llevarla hasta la cosecha.
Entonces, nuestra semilla tiene que ser excelente, tiene que estar sustentada en nuestra pasión; tiene que fluir desde el interior, tiene que reflejar nuestros deseos y sentimientos, ya que la motivación y entusiasmo serán indispensables para desarrollarlo.
La tierra excelente, tiene que ser el mercado correcto, esto lo puedes determinar haciendo un estudio de mercado, analiza a quién vas a dirigir tus servicios o productos y ve si estos están dispuestos a pagar por lo que ofreces.
Y cultivar, son todos los seminarios, talleres, libros y mentores con los que puedas contar, ya que de todo ello podrás sacar el abono adecuado para hacer crecer tu negocio. En mi opinión, el proceso de cultivar un producto o servicio es la etapa más importante, requiere de mucho esfuerzo, dedicación y paciencia. Es vital contar con el entusiasmo correcto para estar preparados para las épocas de sequías, de lo contrario dejaremos morir nuestra semilla al no proporcionarle los cuidados adecuados.
Te invito a prepararte constantemente, saber cómo actuar o qué hacer cuando tu negocio no produce es vital para asegurar el éxito futuro. Entre más preparación tengas, más oportunidades tienes de obtener una cosecha saludable.
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